“The Visitor” una amistad entre repiques
“The Visitor”Protagonistas: Richard Jenkins, Haaz Leisman, Danai Gurira
Director: Thomas McCarthy“THE
Visitor” contiene dos películas. Por un lado, tenemos la historia de un
hombre viudo que aprende a renacer, simbolizado por su interés en el
tambor africano. Puede sonar como un contraste gracioso, pero esto es
tratado con suma seriedad en el filme. Lo absurdo de un hombre en gabán
tocando en el parque junto con músicos callejeros es necesario para
apreciar el brinco tan grande que hace este hombre para entregarse a
algo que misteriosamente lo ha seducido.
La segunda
película dentro de “The Visitor” presenta los esfuerzos de este hombre
para evitar que deporten al hombre que le enseñó la magia del
instrumento musical. Esto conlleva además una historia de amor que, si
bien se siente un poco forzada, es necesaria como parte del
renacimiento del viudo. Y aunque aquí el tambor está casi ausente, el
simbolismo es rico y la relación crítica con el argumento.
El
filme se convierte en una crítica hacia la burocracia de los procesos
contra los inmigrantes en los Estados Unidos. Si bien es cierto que se
reconoce la necesidad de un control, la nueva vida y energía del
protagonista nos presentan un ángulo importante en cuanto a la
inmigración: los visitantes no son quienes únicos se benefician al
buscar oportunidades que quizás no existen en su país natal, sino que
los estadounidenses se benefician con un delicioso enriquecimiento
cultural. El tambor tiene además otra función fuerte en el
filme, la cual permanece con nosotros en el instante de cierre. Aquí es
importante apreciar el personaje de “Walter”, quien es interpretado
excelentemente por Richard Jenkins, un actor que reconocemos en papeles
secundarios en fracatanes de filmes pero nunca memorizamos. “Walter”
sufre de estreñimiento emocional, lo cual hace más emotivo y afectivo
el instante en que explota ante la frustración, similar al matrimonio
sufrido en “In the Bedroom”.Pero lo más importante aquí es el
tambor, el cual la película procura no convertir en un elemento
abusado. Esta paciencia vale la pena, porque cuando “Walter” en la
escena final choca sus manos contra el cuero, entendemos perfectamente
el origen de su pasión y fuerza.“The Visitor” se presenta exclusivamente en Fine Arts
“The Visitor”Protagonistas: Richard Jenkins, Haaz Leisman, Danai Gurira
Director: Thomas McCarthy“THE
Visitor” contiene dos películas. Por un lado, tenemos la historia de un
hombre viudo que aprende a renacer, simbolizado por su interés en el
tambor africano. Puede sonar como un contraste gracioso, pero esto es
tratado con suma seriedad en el filme. Lo absurdo de un hombre en gabán
tocando en el parque junto con músicos callejeros es necesario para
apreciar el brinco tan grande que hace este hombre para entregarse a
algo que misteriosamente lo ha seducido.
La segunda
película dentro de “The Visitor” presenta los esfuerzos de este hombre
para evitar que deporten al hombre que le enseñó la magia del
instrumento musical. Esto conlleva además una historia de amor que, si
bien se siente un poco forzada, es necesaria como parte del
renacimiento del viudo. Y aunque aquí el tambor está casi ausente, el
simbolismo es rico y la relación crítica con el argumento.
El
filme se convierte en una crítica hacia la burocracia de los procesos
contra los inmigrantes en los Estados Unidos. Si bien es cierto que se
reconoce la necesidad de un control, la nueva vida y energía del
protagonista nos presentan un ángulo importante en cuanto a la
inmigración: los visitantes no son quienes únicos se benefician al
buscar oportunidades que quizás no existen en su país natal, sino que
los estadounidenses se benefician con un delicioso enriquecimiento
cultural. El tambor tiene además otra función fuerte en el
filme, la cual permanece con nosotros en el instante de cierre. Aquí es
importante apreciar el personaje de “Walter”, quien es interpretado
excelentemente por Richard Jenkins, un actor que reconocemos en papeles
secundarios en fracatanes de filmes pero nunca memorizamos. “Walter”
sufre de estreñimiento emocional, lo cual hace más emotivo y afectivo
el instante en que explota ante la frustración, similar al matrimonio
sufrido en “In the Bedroom”.Pero lo más importante aquí es el
tambor, el cual la película procura no convertir en un elemento
abusado. Esta paciencia vale la pena, porque cuando “Walter” en la
escena final choca sus manos contra el cuero, entendemos perfectamente
el origen de su pasión y fuerza.“The Visitor” se presenta exclusivamente en Fine Arts